Aunque había decidido hace dos semanas estar "a la sombra" durante un par de meses o tres, hay un sitio que cuando voy, no puedo resistir la tentación de llevarme las zapatillas para salir a correr. Se trata de un municipio en la comarca del Pas-Miera, en Cantabria, en donde mi amiga Cristina tiene una estupenda casa de campo, y vamos uno o dos fines de semana al año.
En ocasiones anteriores había hecho un recorrido de 12 km por la carretera y una vez intenté remontar los casi 14 km que restan hasta lo alto del Puerto del Escudo. Digo intenté, porque cuando llevaba unos 6km de subida iba que no podía con mi alma.
Pero esta vez iba con la mera intención de explorar la montaña; de correr mientras pudiera y caminar cuando no aguantara más las subidas. Y eso hice.
Al final estuve hora y media de digamos, excursión, disfrutanto del paisaje y remontando cuestas interminables por una "carreteruca" por donde sólo te cruzabas con algún que otro caballo despistado.
Como anécdota, cuando salía de la casa, Nora (mi perra salchicha), decidió venirse de excursión conmigo. Intenté disuadirla un par de veces sin ningún éxito y allá que se vino. "Tú sabrás lo que haces", pensé. Luego pude comprobar que más bien era lo que habría pensado la pobre bestia de haber tenido capacidad de razocinio, porque en todo el rato que anduvimos subiendo y bajando cuestas, se mantuvo mucho mejor que yo.
Y eso es todo de momento.