_¿Has vuelto a perder, Papá?
Así me recibía mi hijo de 7 años
hace unos días tras haber participado en un ducross (una de esas carreras de 5
km corriendo, 15 o 20, según se tercie, en bici, y otros 2 o 2,5 corriendo para
rematar).
_ "¡Cagoen...!" _pensé, al ver al
enano jocosillo._Hombre, no he perdido, no he
llegado el último _respondí.
_O sea, que no has ganado, ¿no?
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Por los caminos de Valdetorres, volviendo de comprar el pan (en el momento en que Javier se raja y se baja de la bici) |
Está claro que ya no me ve como
al Capitán América, y que la educación que todos tenemos en cuanto a ganar o
perder, viene desde nuestra más tierna infancia.
_ ¿Qué es eso de competir contra
uno mismo o contra el tiempo? Papá, no pongas
excusas.
_Pues no, no he ganado, pero es
que los que ganan son tíos que se dedican a esto a lo bestia… (me da que alguien se va a quedar castigado sin Nintendo DS otro mes).
La verdad es que desconozco el
nivel de profesionalidad de la gente que participa en los ducrosses. En las
carreras populares todos sabemos que hay un grupillo de élite contra el que
nada hay que hacer, pero en otras competiciones, ni idea. Pienso que es
simplemente gente aficionada con una forma física excepcional. Ni más, ni
menos. Y claro, ante eso poco hay que hacer.
Está claro que somos amateurs y
además, en mi caso con ciertos rasgos tortuguiles (más lento que el caballo del
malo). Y con todo eso hay que enfrentarse y luchar. Con la limitación física
proveniente de años de sedentarismo y fumeque; con la maldita edad, que año
tras año va dejando alguna nueva marca en la cara o algún kilo de más, para recordarme que por mucho que corra, no me escapo del paso del
tiempo; y sobre todo con las lesiones, que lentamente van haciendo mella en mis
articulaciones, para que si en algún momento siento que voy ganando la partida
a las dos anteriores, ésta me diga que, a fin de cuentas, soy un vulgar mortal,
y que tan solo rozo la estela de los dioses en los míseros minutos (casi segundos), en los que
bajo de 3’:50’’ haciendo series, mientras noto el viento en la cara y el corazón
en la boca.