En la Maratón de Madrid 2010 había ido fenomenal hasta que en la Casa de Campo los malditos calambres dejaron mis piernas como dos patas de jamón serrano y ni con reflex del que te echan las patinadores de apoyo, ni con nada se me quitaban. Llegué gracias a los masajes de Mamen cuando ya pensaba abandonar por no poder ni andar.
En Atenas 2010, no tuve la suerte de contar con Mamen y cuando nos encontramos en el kilómetro 32 (creo recordar), ya iba exageradamente mal. Las cuestas y toboganes que hay desde el kilómetro 13 hasta el 32 hicieron mella seriamente en mis piernas y nuevamente se volvieron a contracturar dejándome los gemelos como piedras.
De momento, estos han sido mis tres maratones. Espero que mis dolores varios me dejen hacer al menos otros tres... a saber; Nueva York, Londres y .... ¿otra vez Madrid para desquitarme?
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